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Sede Canónica

Iglesia de los Santos Justo y Pastor (El Salvador, Segovia)

 

Arquitectura de la Iglesia

De su estructura románica cabe mencionar que, antes de reformas modernas, era una humilde iglesia de una nave y cabecera de tramo presbiteral rectangular y ábside semicilíndrico. El material que predomina es mampostería granítica con hiladas de ladrillo.

La Cabecera y la Nave

El ábside es la austeridad hecha románico pues sólo cuenta con un ventanal en el centro del tambor absidal y algunos canecillos en las cornisas laterales. Puesto que esta cabecera es bastante más baja que la nave, pudo abrirse en el muro oriental de ésta un ventanal con arquivolta sobre columnas.

En el hastial occidental de la citada nave hay una portada de tres arquivoltas de estructura típicamente segoviana con profusa decoración vegetal, sobre la que se sitúa un elegante ventanal de medio punto sobre columnas encapiteladas flanqueada por dos óculos redondos modernos.

La iglesia tiene otra entrada de tres arquivoltas en su fachada del mediodía que hoy sólo puede verse desde el interior, al haberse tapado por un porche moderno que, a buen seguro, sustituyó una galería porticada meridional que también rodearía la fachada de poniente (se aprecian los mensulones de apoyo de la techumbre).

La Torre Campanario

La torre de San Justo, junto con la no muy lejana de El Salvador, el acueducto romano, algunos lienzos de la muralla y las plazas de la Artillería y el Azoguejo, forma parte de una de las estampas más sugerentes de la ciudad, soberbia, sobre todo, si se contempla desde la cuesta de San Juan. Esta torre forma parte de una tripleta de parecida factura con Santa Eulalia y El Salvador, pero es la más completa y mejor conservada de todas.

Tiene tres cuerpos, macizo el inferior y construido con mampostería berroqueña, el segundo con dos arcos ciegos que apoyan sobre columnas, en cada cara y el último cuerpo románico, ya que tiene aún otro superior y más tardío, tiene vanos de traza semejante al inferior.

Los capiteles, como es norma general en la ciudad de Segovia, se encuentras bastante erosionados, como disueltos por el agua y la contaminación. No obstante, se aprecian en algunos de ellos las bestias habituales del románico segoviano, los combates y hasta un rostro misteriosos de un personaje que parece tener serpientes alrededor de su cabeza.

Las Pinturas


Pero esta modesta iglesia de calicanto y ladrillo, levantada por artesanos locales (bien cristianos o mudéjares del arrabal), debe su reconocida fama a las pinturas románicas. Fueron halladas hace medio siglo (1963) cuando se procedió a la limpieza y restauración del ábside. La decoración pictórica cubre parte de los tramos rectos presbiteriales, el hemiciclo y la bóveda de cuarto de esfera y cañón.

El cascarón absidal está ocupado por la escena del Apocalipsis de San Juan donde se representa a Cristo en Majestad -al modo siriaco, es decir, con pelo largo y barba- que bendice con su mano derecha mientras lleva el Libro de la Vida en la izquierda. La mandorla que rodea a Jesús está flanqueada por los veinticuatro ancianos del Apocalipsis que portan redomas y fídulas. En las cuatro esquinas tenemos los símbolos del Tetramorfos: San Mateo (ángel), San Juan (águila), San Lucas (buey) y San Marcos (león).

En el muro del ábside, justo debajo de la escena anterior y a ambos lados del ventanal absidal se pintaron las escenas de la Crucifixión y el Descendimiento. Aunque esta parte está peor conservada y con algunos espacios prácticamente perdidos, aún podemos apreciar el detallismo expresivo con el que el artista quiso dotar a estos momentos dramáticos del Cristianismo. En concreto, en la secuencia de la crucifixión, además de María y el apóstol San Juan Evangelista aparece Longinos clavando la lanza en el costado de Cristo, mientras que otro soldado le acerca con una rama de árbol la esponja con vinagre y hiel.

En la parte superior de la bóveda de cañón del presbiterio aparece un Agnus Dei dentro de un círculo sujeto por dos ángeles pintados en extraordinarios escorzos. Flanquean al Cordero dos escenas confusas que han sido interpretadas de muy diversas formas por los especialistas, aunque en absoluto se ha llegado a conclusiones determinantes. En una de ellas podría contarse el llamado Milagro de San Egidio (o San Gil). En este legendario suceso, el emperador Carlomagno dejó bajo un cáliz eucarístico una nota escrita con la confesión de un pecado de incesto. Durante la misa celebrada por San Gil aconteció el milagro de que el escrito fue borrado y el papel quedó en blanco, señal de que la falta regia había sido perdonada por Dios.

Pero son, sin duda, los episodios de la Última Cena y el Prendimiento de Cristo, con todo lujo de detalles, las partes más sobresalientes del conjunto. De nuevo, más que la perfección técnica, lo que sobresale de de estos episodios pintados es la fuerza expresiva y el ánimo divulgativo de los detalles, donde falta el momento en que San Pedro corta la oreja de Malco y Jesús que ya está a punto de ser arrestado dirige la mano al soldado romano mutilado en señal del milagro que le restituye su integridad física.

Sin llegar a la excelencia de otros conjuntos como San Isidoro de León, Tahull, etc. no cabe duda de que San Justo está, gracias a su potente expresividad, entre las obras maestras del arte pictórico español, tan escaso en ejemplos conservados. Hay que reseñar también que delante del ventanal del absidal hay una talla gótica de Cristo crucificado. Pasa un tanto desapercibido por su color poco contrastado y porque la mirad del observador se fijan inmediatamente en los colores de las pinturas. No obstante, se trata de una escultura lígnea de los siglos XIII o XIV.

El Tímpano de la Puerta a la Torre

Otro aspecto sobresaliente de la iglesia de los Santos Justo y Pastor de Segovia es la pequeña portada que comunicaba el muro septentrional de la nave con una capilla en el hueco de la torre. El tímpano de la puerta constituye un hito excepcional gracias a su profusión escultórica.

En él está tallado un ángel incensando un sepulcro, una reina y dos damas, además de un obispo sentado. Se ha interpretado como una escena contaminada entre las Tres Marías y el sepulcro vacío y con el hallazgo del sepulcro de Cristo por parte de Santa Elena -madre del emperador Constantino el Grande- y el judío Judas. Es destacable el hecho de que se conservan importantes restos de policromía que cubría primitivamente la piedra.

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