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La Leyenda del Cristo de los Gascones

La extraordinaria llegada del Cristo de los Gascones a Segovia, fue el origen de una serie de transformaciones que sin este hecho no hubieran sido posibles.

"En el período comprendido entre la repoblación de la ciudad y fines del siglo XIII, Segovia adquiere, en rasgos generales, la configuración que actualmente tiene; las iglesias románicas ya se han alzado y los barrios se han ido formando a su alrededor".

En torno a la ermita de los Santos Justo y Pastor y la iglesia de El Salvador, al S. E. de la ciudad, en las lomas de "El Cerrillo", extramuros, quedó establecido un arrabal, fundamentalmente definido por gentes que vivían del "tráfago y obraje de los paños". Industria que sin otra alternativa que la de seguir las rutas del agua, en esta zona se alimentaba de la "cacera madre" del Acueducto. Y estas gentes, trabajadores de "uñas azules", contestatarios frente a los "buenos burgueses, instalados y honrados" de la zona alta y amurallada de la ciudad, van a ser testigos hacia comienzos del siglo XIII, de un acontecimiento que sin duda alguna, despertará el fervor popular, pues "dicen personas muy antiguas de esta Ciudad que oyeron decir a sus pasados"  que "una compañía de Gascones y Alemanes tuvieron fuera de estos Reynos un Christo, con una esquila, o campana pequeña y fue tanta la devoción que todos le cobraron que cada uno le quería para sí. Pues como les fuere forzoso el salir de aquella tierra donde se hallaban, deseando todos llevar consigo esta devota Imagen, quisieron saber la voluntad de Nuestro Señor donde era servido le llevasen. Para esto se juntaron todos y vinieron en un acuerdo y parecer, que se le hiciese una caja en donde le meter y se buscase una yegua a la cual le sacasen los ojos y le pusiesen en ella, y que, puesta en camino, donde esta yegua llegase y parase, quedase allí el Christo y ellos todos en compañía y guarda del. Y es tradición muy antigua y recibida en esta Ciudad heredada de padres a hijos que, puesta la yegua sin ojos en camino, y sobre ella la caja con el Christo, y la esquila al cuello de la yegua, anduvo la yegua muchos días sin parar por diversas partes y los Gascones y Alemanes en su seguimiento, hasta que entro en España y vino a parar a esta ciudad de Segovia. A donde, paro por la iglesia de San Salvador, entro por una puerta y saliendo por la otra, camino de la calle abajo, y vino a parar a la iglesia de Sancti Justi, que entonces era ermita y entrando en ella se arrodillo junto a un poyete, y acostándose hacia el con la caja del Christo, reventó allí por medio. Viendo los Gascones el prodigioso caso, entendieron todos, era la voluntad de Nuestro Señor, se quedase en aquella Iglesia esta Santa Imagen de Christo Redentor".

"Procuraron también de quedarse todos en Segovia, en compañía y guarda del Santo Christo. Y porque los Gascones se apartaron a vivir todos juntos bajo de esta iglesia, hacia la plaza del Azoguejo, vienen a esta Ciudad a llamar aquella calle, la calle de los Gascones, y hasta el día de hoy repite este nombre, aunque algún tanto corrompido el vocablo, le llaman al presente Cal de Gascos. Y porque los alemanes se apartaron a vivir juntos, junto a esta Iglesia, hacia la bajada donde el día de hoy está el palacio y casa de las Plagas, vinieron a llamar los segovianos al arroyo que pasa por allí cerca, el arroyo Alemán, y hasta el día de hoy retiene este nombre".

"La esquila o campana pequeña que trajo al cuello la yegua, se puso en la torre de la iglesia de Sancti Justi, y por diversas veces se ha quebrado: y añadiendo siempre metal campanil la han hecho mayor de lo que era. Dicen personas ancianas des esta Parroquia, que todas las veces que alguna mujer está en peligro de parto, y tañe esta campana a parto, libra Dios milagrosamente a la madre de semejante peligro y sale a la luz la criatura".



La imagen que allí llegó y que aún se conserva en esta iglesia, es la figura en madera policromada de un Cristo de brazos articulados, movilidad que le serviría para poder representar la ceremonia del Descendimiento. Junto a estas características, observamos en su talla dos pretensiones bien diferentes, los rasgos ideales del rostro que muestra una serena belleza y actitud, invadidos del espíritu gótico, se contraponen a un cuerpo todavía románico que manifiesta su esquematismo y rigidez en los surcos de las costillas, los pectorales en esclavina y el paralelismo y simetría de los pliegues de la vestidura.

Valorable más por su función y contenido religioso que por sus méritos artísticos, esta imagen despertó tan devoción y veneración popular por su "extraño y prodigioso caso"  que a partir de ese momento, la ermita de los Santos Justo y Pastor va a sufrir una serie de transformaciones, como ya anunciábamos, en su estructura y ornamentación que la van a convertir artísticamente hablando, en una de las iglesias más importantes de la ciudad. Se construye entonces la torre, en cuya base se instala una capilla para albergar al Cristo.

La iglesia, así enriquecida, fue centro de atención y devoción en muchos siglos; allí en el mes de julio de 1530 recibió el bautismo San Alonso Rodríguez, mercader de paños, que, "habiendo pasado por el trance de ver morir a su esposa y a sus hijos, alcanzó, como coadjutor de la Compañía de Jesús, las cumbres de la santidad.".

Cercana a esta fecha y a juzgar por el estilo artístico, gótico final, aparece en el presbiterio la escultura en alabastro de un caballero que de rodillas lee un libro; ataviado según la moda de los Reyes Católicos, en el muro del fondo del arcosolio que le cobija podemos leer "Aquí está sepultado Pedro de Avela, oficial y criado de sus altezas al Rey don Fernando y la Reina doña Isabel". Emparentada en estilo con la sepultura de Beatriz Pacheco del Monasterio del Parral, junto a ésta, ha de considerarse como una de las obras de mayor calidad escultórica de la ciudad de Segovia.

El Cristo, sustituida su caja por una urna barroca de paredes de cristal, permanece inmóvil hasta el período de Semana Santa, en que es sacado en la procesión del Viernes por los miembros del Colegio de Abogados de la ciudad, Cofradía de la que el Cristo es su Santo Patrón.

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